ARTÍCULOS DE MANUEL SIURANA

En este blog se recogen diversos artículos que han sido publicados por Manuel Siurana.

Monday, December 24, 2012

UN CATECISMO PLÁSTICO. EL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN. PARTE 6, Estudio iconológico del presbiterio. El cilindro absidial. Teólogos marianos

EL CILINDRO ABSIDIAL. TEÓLOGOS MARIANOS

Un entablamento que recorre toda la nave central del templo, prolongándose por el presbiterio, separa el ábside en dos partes. En el friso se resume la advocación del templo con un texto en latín: DOMINA NOSTRA A SACRO CORDE ORA PRO NOBIS (Nuestra Señora del Sagrado Corazón ora por nosotros) y un anagrama (un corazón ardiente y misericordioso de Cristo con las iniciales N S) envuelto en la corona de estrellas de María y sostenido por dos angelitos.

El cilindro absidial está presidido por un nicho abierto que permite observar la imagen de devoción de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús, que se encuentra en el camarín accesible de la parte superior y que analizaremos en otro apartado. A los lados, distribuidos en seis compartimentos separados por pilastras, se muestran las figuras pareadas de doce destacados teólogos en cuyos escritos se encuentran palabras que en mayor o menor grado hacen alguna alusión al título de Nuestra Señora, con su nombre en la parte inferior y entre las figuras de unos angelotes. Por encima de cada par, un ángel sostiene un emblema, que analizaremos más adelante, ya que ahora nos centraremos exclusivamente en los teólogos. Sus nombres de izquierda a derecha son los siguientes: San Cirilo, San Juan Damasceno, Santo Tomás de Villanueva, San Ildefonso, Santo Tomás de Aquino, San Anselmo, San Isidoro, San Bernardo, San Efrén, San Buenaventura, San Bernardino y San Pedro Damián. En el zócalo el revestimiento es de mármol.
Cilindro absidial. Nuestra Señora y los teólogos marianos.

Nueve de los santos son doctores de la iglesia y los otros tres (Tomás de Villanueva, Ildefonso y Bernardino) no, pero a todos ellos les une el hecho de que tuvieron una gran devoción a la Virgen María a quien dedicaron parte de sus escritos. Todos fueron religiosos, nueve pertenecieron al clero regular y tres al secular, dos fueron cardenales, cuatro alcanzaron la dignidad episcopal, cinco fueron presbíteros y uno diácono. Dos pertenecieron a la iglesia oriental y el resto a la occidental. Entre las órdenes religiosas están representados tres benedictinos, dos agustinos y dos franciscanos, un dominico y un monje de la iglesia oriental. Su vida transcurrió en diversos siglos, desde el IV (San Efrén) hasta el XVI (San Tomás de Villanueva). Predominan los de origen italiano (cinco) por delante de los españoles (tres). Sus emparejamientos en la mayoría de los casos se deben a su origen geográfico y no a la cronología ni al cargo ni a la orden. En la zona central se representan las que podríamos definir como cuatro figuras más relevantes; a un lado Santo Tomás de Aquino (autor de la Summa Theológica) y San Anselmo, a quien se considera su precursor, y al otro, San Isidoro de Sevilla (autor de las Etimologías) y San Bernardo (gran reformador cisterciense).

El grupo situado más a la izquierda, siguiendo la visión del espectador lo forman Sancti CYRILIUS A (San Cirilo de Alejandría) et DAMASCENUS (San Juan Damasceno). Al primero se le representa como obispo, ya que lo fue de Alejandría, y al segundo como monje, ya que ingresó en el monasterio de San Sabas; además  aparece mostrando su mano que, tras haberla perdido en su lucha contra los iconoclastas, la recobró gracias a la intervención de la Virgen María.
San Cirilo y San Juan Damasceno.

San Cirilo de Alejandría (376-444), aclamado como doctor en 1882, es uno de los grandes padres de la Iglesia Oriental, ya que fue patriarca de la ciudad que le da sobrenombre. Su aportación fue básica para el culto mariano, ya que en el Concilio de Éfeso fue el principal defensor de la ortodoxia contra la herejía nestoriana, que negaba que la Virgen fuera Madre de Dios, oponiéndose a ella afirmando que Jesús, nacido de María, era divino, por lo que su madre era Madre de Dios, como recoge una de las primeras letanías. Así mismo pronunció una célebre homilía en la que enumeró múltiples alabanzas a la Virgen, similares o precedentes de las letanías.

San Juan Damasceno (675-749) era natural de Damasco, de donde sale su sobrenombre y fue aclamado doctor de la iglesia en 1890. Una de sus principales aportaciones fue la defensa que hizo de la veneración, que no adoración, a las imágenes contra la pretensión de los iconoclastas que veían en ello una herejía. Pero su presencia en este ábside responde a las palabras que pronunció en un sermón sobre la Natividad de la Virgen María titulado Por sus frutos los conoceréis, donde defendió la doctrina de la Inmaculada Concepción de María, que habría nacido de la castidad y de la santidad, siendo por ello Madre Inmaculada y concebida sin pecado original, como se recoge en otras las letanías.

El segundo grupo lo forman Sancti THOMAS A V (Santo Tomás de Villanueva) et ILDEPHONSUS (San Ildefonso), ambos representados como obispos, el primero por haber sido arzobispo de Valencia (de ahí las iniciales A V) y el segundo por haber sido arzobispo de Toledo. Ambos portan la capa, pero uno lleva el báculo y el otro la mitra, otros dos de los símbolos episcopales.
Santo Tomás de Villanueva y San Ildefonso.

Santo Tomás de Villanueva (1488-1555) fue teólogo agustino, profesor en las universidades de Alcalá de Henares y de Salamanca y arzobispo de Valencia. A pesar de no ser proclamado doctor de la Iglesia, es reconocido como el San Bernardo español. Se le considera un símbolo de la caridad y tuvo gran devoción e interés teológico por la Virgen María, cuyo corazón comparó con la zarza ardiente, que nunca se consume, afirmación que le sitúa con pleno derecho en este ábside donde se venera a Nuestra Señora del Sagrado Corazón.

San Ildefonso (606-669) nació en Toledo, de donde fue arzobispo, después de haber sido abad del monasterio benedictino de Agalia. Fue quien unificó la liturgia española y tuvo una devoción muy grande hacia la Virgen María, a quien compuso una oración y definió como Madre del Creador y de quien, a través de muchas obras, como el Libro de la perpetua virginidad de San María, defendió su Inmaculada Concepción. La Virgen le correspondió con muchos favores, siendo el más conocido la concesión de una casulla de origen celeste.

El tercer grupo está formado por Sancti THOMAS DE A (Santo Tomás de Aquino) et ANSELMUS (San Anselmo). Al primero se le representa con su hábito de dominico, con un libro abierto en la mano (para resaltar la gran importancia de su doctrina recogida en la Summa Theológica) y con un sol o estrella en el pecho (los teólogos franceses le llamaban estrella del alba, sol luminoso y luz de la Iglesia). San Anselmo aparece en segundo plano con báculo, por haber sido arzobispo de Canterbury.
Santo Tomás de Aquino y San Anselmo.

Santo Tomás de Aquino (1225-1274), de origen italiano, ingresó en la orden dominica, ejerció como profesor en diversas universidades y posiblemente fue el teólogo más importante de la Iglesia, ya que sus obras sirvieron como base de la doctrina católica, por lo que fue declarado doctor (angélico) de la iglesia en 1567. Tuvo gran devoción a la Virgen, a quien consideraba receptáculo digno de Dios y cuyo saludo incluía en el margen de todos los cuadernos en que escribía, entre los que estuvo un tratado sobre el texto del Ave María, en el que desmenuzaba y justificaba cada una de las frases de dicha oración.

San Anselmo (1033-1109) nació en Aosta (Italia) e ingresó en la orden benedictina, donde llegó a abad, acabando por ser nombrado arzobispo de Canterbury. Fue un gran teólogo y se le considera el precursor de Santo Tomás de Aquino, siendo declarado doctor de la iglesia en 1720. Fue un gran devoto de la Virgen María y en sus textos decía que no había existido criatura tan sublime y perfecta como ella, indicando además que quien desdeñase celebrar la fiesta de su Concepción no la amaba de verdad, por lo que se le considera un difusor de la fiesta de la Inmaculada mucho antes de la definición del dogma.

El cuarto grupo está formado por Sancti ISIDORUS H (San Isidoro de Sevilla –Hispalis-) et BERNARDUS (San Bernardo de Claraval). El primero porta el báculo y el manto, ya que fue arzobispo de Sevilla, pero no la mitra (como hemos visto en casos anteriores) porque en su época aún no era costumbre que la llevaran los prelados. San Bernardo va ataviado con el hábito cisterciense, luce la parte central de su cabeza rapada y porta un libro por haber reformado la orden y por sus múltiples escritos.
San Isidoro y San Bernardo.

San Isidoro de Sevilla (560-636), natural de Cartagena, fue ordenado sacerdote y nombrado arzobispo de Sevilla. En 1722, en reconocimiento a su legado fue declarado doctor de la Iglesia, ya que durante su vida, debido a sus escritos, fue considerado el hombre más sabio del mundo, destacando con su obra las Etimologías, que pretendía ser la condensación de toda la ciencia antigua. También destacó por la unificación religiosa de España, por formular el decreto que obligaba a establecer un seminario en todas las diócesis y por el amor a los pobres. Además luchó contra el arrianismo de los visigodos, al que contrapuso la doble naturaleza divina y humana de Cristo, motivo por el que aparece en este ábside.

San Bernardo de Claraval (1090-1153) era de origen borgoñón y, muy joven, fundó el monasterio de Claraval, donde fue abad hasta su muerte, ya que por tres veces renunció a ser nombrado obispo. Llevó a cabo la reforma de la Orden y se empeñó en prohibir las representaciones iconográficas en los templos por ser contrarias a la sencillez de la vida monástica. En 1830 fue proclamado doctor de la Iglesia. Tenía una especial devoción a la Virgen, a quien oraba diciendo “Acuérdate oh Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno a Ti haya acudido, sin tu auxilio recibir” y a quien se refería como la Estrella que nos guiaría al Puerto Celestial. Además escribió sobre los temas de la Anunciación y de la Asunción y se le atribuyen las últimas palabras de la Salve: “Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María”.

El quinto grupo lo forman Sancti EPHRAEM (San Efrén de Siria) et BONAVENTURA (San Buenaventura o Giovanni Fidanza, su verdadero nombre). Al primero se le muestra joven, barbilampiño y enfundado en una dalmática, ya que fue diácono; el segundo, por detrás, porta el capelo cardenalicio por la dignidad que alcanzó.
San Efrén y San Buenaventura.

San Efrén (306-373) nació en Nísibis (hoy Nusaybin), fue diácono de Edessa en la actual Turquía, donde vivió como una asceta e impulsó el uso de los cantos, como complemento del culto, y la caridad para con los pobres y enfermos. En 1920 fue proclamado doctor de la iglesia. Escribió sobre el tema de la Anunciación y sobre la relación entre Eva y María. Compuso un listado poético en el que recogió algunos títulos de la Virgen María similares a los recopilados en las letanías, entre los que estaban Llena de gracia, Mediadora ante Cristo, Puente misterioso hacia el cielo, Llave del Paraíso, Abogada nuestra, Intercesora nuestra, Madre de Dios

San Buenaventura (1221-1274) nació en Bagnoregio, Italia, ingresó en la orden franciscana, donde ejerció como Superior General, fue arzobispo de Lyon, cardenal de la diócesis de Albano e intermedió para acabar con el cisma de Oriente. Estudió y enseñó teología en París y fue proclamado doctor en 1588. Intervino en la redacción de la biografía de San Francisco de Asís, junto a quien se le suele representar en compañía de Santa Clara; también es habitual que se le relacione con Santo Tomás de Aquino de quien era compañero. Consideraba que la oración era la clave de la vida espiritual (a veces se le representa recibiendo un rosario o un libro de manos de la Virgen) y defendía el ardiente amor de Cristo, lo que le vincula con el Sagrado Corazón de Jesús.

El último grupo está formado por Sancti BERNARDINUS S (San Bernardino de Siena) et P. DAMIANUS (San Pedro Damián). Al primero se le representa anciano y con su hábito franciscano guardando algo, que habitualmente suele ser una maqueta de ciudad (porque es patrón de Siena) o bien una tablilla con el monograma IHS entre las manos. Al segundo se le muestra con sus atributos episcopales  (mitra, báculo y manto), más el capelo cardenalicio y un libro en la mano.
San Bernardino y San Pedro Damián.

San Bernardino (1380-1444) nació en Massa Marittima, cerca de Siena. En su juventud atendió a enfermos a través de la asociación piadosa llamada Devotos de Nuestra Señora, ayudando a bien morir, ingresó en la orden franciscana, fue ordenado sacerdote e impulsó la fundación de muchos monasterios y de misiones. Se le considera el difusor de la devoción al Santísimo Nombre de Jesús y a la Eucaristía, popularizando el monograma IHS: Iesus Hominum Salvator (Jesús Salvador de los hombres). Afirmaba sentir un inmenso amor por la Virgen Santísima, a quien rezaba constantemente y de quien decía que actuó siempre bajo la inspiración y el impulso del Espíritu Santo, por lo que había que excluirla de todas las imperfecciones morales.

San Pedro Damián (1007-1072) nació en Rávena, ingresó en la orden de los agustinos, fue profesor y eremita, acabando por ser nombrado obispo de Ostia y cardenal, fue un destacado escritor y colaborador de los papas para la reforma gregoriana de la Iglesia, además de defensor del celibato y azote contra la simonía. Fue proclamado doctor de la iglesia en 1828. Su gran afición era retirarse a orar, a meditar y a socorrer a los pobres. A sus compañeros les inspiró un amor filial a la Santísima Virgen, a la que consideraba la Casa de Dios a través de la que el Hijo revestido de carne, hizo su entrada en el mundo.

Texto y fotografías de Manuel Siurana Roglán

1 Comments:

Blogger Jordi Sellarés said...

Muy instructivo. A partir de ahora me fijaré aún más en las paredes del santuario y en el ábside.

9:03 AM  

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