ARTÍCULOS DE MANUEL SIURANA

En este blog se recogen diversos artículos que han sido publicados por Manuel Siurana.

Saturday, August 09, 2008

"VALDERROBRES EN 1808. APUNTES DEMOGRÁFICOS", POR MANUEL SIURANA ROGLÁN

La Natalidad:
Tal como indicábamos en el programa de fiestas del pasado año, la población de Valderrobres en 1808 rondaba los 1850 habitantes. Ese año nacieron 38 niños y 51 niñas, proporciones en razón de sexo casualmente excepcionales ya que la media histórica de nacimientos en Valderrobres es de 108 niños por cada 100 niñas. Así mismo los datos de ese año nos permiten hablar de unas tasas de natalidad muy altas, ya que se situaban en el 47 por mil, cuando hoy apenas llegan al 10 por mil.
Actualmente muchos de los partos que se producen están programados o se realizan en función de los intereses de los médicos o de los padres. Por aquellos años el alumbramiento era mucho más natural y, salvo excepciones, llegaba cuando así lo determinaban los signos vitales de la madre y del hijo. Fuera la hora que fuese, la criatura veía la luz en su momento, siguiendo una distribución horaria histórica que en Valderrobres daba estos resultados:
- 38 % de los nacidos vieron la luz entre las 12 de la noche y las 6 de la mañana;
- 30 % entre las 6 y las 12 del mediodía;
- 13 % entre las 12 y las 6 de la tarde;
- 19 % entre las 6 de la tarde y las 12 de la noche.
Si seguimos con el análisis de más datos, vemos que de los matrimonios que tuvieron hijos en 1808, la media de hijos por matrimonio era de 3,93, cifra importante, situada en línea con su época, que permitía mantener las tasas de reemplazo generacional a pesar de la fuerte mortalidad infantil, que luego veremos. De los partos que hubo ese año en uno nació el hijo número doce de la familia y en otro el número once.
Este año fue pródigo en el nacimiento de gemelos, superando de forma abrumadora las medias generales, ya que hubo tres alumbramientos múltiples: el de las hermanas Jacinta y Eulalia Temprado Roda, que murieron antes de cumplir dos días; el de los hermanos María Rosa y Braulio Travé Martí, que sobrevivieron, y el de Ramón y Ramona Montané Font, que murieron a los pocos días. Si un nacimiento por sí mismo ya era un importante riesgo para el neonato, los nacidos en partos de gemelos solían tener un mayor porcentaje de fracaso.
Además de los citados gemelos, tres de los partos del año 1808 tuvieron serias complicaciones y acabaron con la muerte casi inmediata de los nacidos, que habían sido bautizados de manera urgente por la comadrona. También se registró el bautizo de una niña que había sido abandonada y cuyos padres se desconocían, por lo que fue trasladada hasta Zaragoza.

La Nupcialidad:
Pocas fueron las bodas que hubo ese año en Valderrobres, 16 en total, de las que tan solo 9 se celebraron entre solteros, mientras que tres lo fueron entre viudos y cuatro entre un viudo y una soltera. Distribución que reflejaba una realidad bastante habitual en aquellos tiempos: la ruptura prematura de los matrimonios por la muerte de alguno de los contrayentes y la necesidad de recomponer las parejas para hacer frente al cuidado de los hijos por un lado y a la manutención por el otro.
La edad media de los contrayentes solteros fue de 21,55 años y la de ellas fue de 22,11, si bien lo normal por aquellas fechas era que los hombres contrajeran matrimonio a la edad casi exacta de 22 años y las mujeres a la de 21. De todos los casamientos el más excepcional fue el de un chico de 16 años y una chica de 14, algo que hoy sería impensable.

La Mortalidad:
En 1808 murieron 85 personas. Una elevada tasa del 45 por mil. En 54 de esos óbitos el difunto aún no había cumplido los diez años de edad y de esas criaturas 27 eran niños y otras 27 eran niñas. Los adultos muertos también se equilibraban entre 16 hombres y 15 mujeres.
Por aquellas fechas, como aún sigue ocurriendo en los países más desfavorecidos, la mortalidad solía cebarse en la infancia y especialmente en los primeros días, meses o años de vida, de manera que la inmensa mayoría de esos niños y niñas muertos apenas habían cumplido los dos años. El resultado de esos datos era estremecedor, ya que situaban la esperanza de vida al nacer de los valderrobrenses en 21,82 años (22,46 para los hombres y 21,16 para las mujeres). La situación de los que sobrevivían a los diez primeros años de vida mejoraba de manera importante y podían llegar a vivir una media de 57,52 años (57,38 para los hombres y 57,67 para las mujeres). Aún así muy lejos de las cifras actuales que se sitúan en una media de 83 años para las mujeres y de 78 años para los hombres. Edad que en aquel año sólo alcanzó una persona que falleció a los 79 años.
El crecimiento vegetativo de Valderrobres en 1808 fue de tan solo 3 personas y una tasa del 1,5 por mil. Cifra muy baja que denotaba una estructura de la población típicamente preindustrial y reflejo de que en Valderrobres el Antiguo Régimen era una realidad no sólo político-social, sino también demográfico-económica. Quedando mucho trecho que recorrer para la modernización.

Migraciones:
Desde hace unos años en que estoy estudiando la composición histórica y actual de la población de Valderrobres no dejo de constatar un fenómeno que puede servir para explicar el comportamiento a veces poco comprometido, cuando no desarraigado, de los habitantes de nuestro pueblo. Valderrobres es y ha sido tierra de paso desde hace siglos. Por decirlo de alguna manera, ha sido un lugar para vivir tres o cuatro generaciones y reemprender la marcha hacia otros horizontes y ese dato se constata en 1808.
Entre los padres o madres que tuvieron hijos, 56 habían nacido fuera de Valderrobres (31,81 % del total). De ellos 25 eran hombres y 31 mujeres. A todos ellos se les podía considerar inmigrantes y procedían en su mayor parte de otros pueblos de la comarca del Matarraña (23), en especial de Peñarroya y Fuentespalda (6 de cada uno de ellos). Además había 13 personas procedentes de los puertos de Castellón (fenómeno que se repite históricamente), 11 de otros pueblos de Aragón de habla castellana y por fin 7 procedían de Cataluña, concretamente de Igualada y de Capellades, cuya presencia entre nosotros se debía a la existencia de cuatro fábricas de papel en nuestro pueblo.
Si analizamos los datos de quienes contrajeron matrimonio, 12 de los 32 contrayentes (37,5 % del total) no habían nacido en Valderrobres; de ellos, 8 eran varones y 4 hembras; diferencia que estaría justificada por que por aquellos tiempos era costumbre que las mujeres contrajeran matrimonio en la parroquia en la que vivían, ya que, en caso contrario, debían solicitar un permiso especial. De los 12 contrayentes foráneos 9 eran naturales de pueblos de la comarca.
De todos estos datos cabe deducir que aproximadamente un tercio de la población de Valderrobres de hace 200 años eran inmigrantes de primera generación que se habían instalado en este pueblo, porcentaje que no es de los más altos de nuestra historia.

Otros datos:
No abundaba la riqueza en Valderrobres, al menos para todos. De hecho cabe pensar que uno de cada 4 o 5 habitantes era pobre y ni él ni su familia podían hacer frente al pago de su entierro y en este caso no cabía hablar de ocultación de fortunas, porque en el pueblo todos sabían cuál era la situación económica de cada uno.
Aquí vivían un total de 421 cabezas de familia, lo que indica la existencia de una media de 4,4 personas en cada hogar, cifra normal durante todo el Antiguo Régimen. Estas familias se distribuían por las siguientes calles o barriadas:
En la calle Bonaire, 13 familias.
En el Cabo de Villa, 35 familias.
En la calle de la Cárcel (actualmente calle del Pilar), 20 familias.
En la calle del Carmen, 37 familias.
En la Cuesta de la Iglesia, 16 familias.
En la calle Llana, 24 familias.
En la calle del Medio y cuestas adyacentes, 82 familias.
En la calle del Mesón (actualmente Santiago Hernández), 23 familias.
En la Plaza y aledaños, 12 familias.
En la calle San Antonio, 18 familias.
En la Solana, 78 familias.
Fuera del puente, 2 familias. Citadas por primera vez, por lo que podemos deducir que en este año comenzó a habitarse el Arrabal.
Además en cada una de las cuatro fábricas (la de Gaudó, la de Fort, la de Roda y la de Zurita) y en el Martinete vivían los encargados y su familia. En el Molino de Aceite vivían 7 hombres solteros, la mayoría de ellos de origen francés. Y por últimos las masías ocupadas eran 49.

Listado de los nacidos en 1808:
José Antonio Antolí Artigas
José Antonio Pons Capacés
Joaquina Segura Celma
Francisco Urquizó Celma
Joaquín Bernadó Celma
Vicenta Celma Bel
Rosa Celma Bel
Joaquín Foz Nuez
Mariano Bernad Crespo
Blas Foz Bonet
Teresa Portolés Llop
Jacinta Temprado Roda
Domingo Cardona Palau
Valentín Gamundí Arbona
Eulalia Temprado Roda
Eulalia (niña abandonada)
Ramón Deusdad Gausac
Bernardo Lafiguera Malet
Joaquín Mulet Dalmau
Ramona Prados Vallés
Rosa Travé Martí
Benita Abella Pallarés
Magdalena Alejandro Meseguer
Braulia Travé Martí
Bautista Celma Mendoza
Joaquín Carlús Gómez
Josefa Micolau Ramón
Ramón Montané Fort
Miguel Gil Belsa
Ramona Montané Fort
Benito Pons Giner
Francisca Portolés Serret
Francisco Conchello Dilla
Rosa Celma Jarque
Antonia Llonga Foz
Francisco Soria Masiá
Ramona Insa Mompel
Felipa Ortiz Ollés
Miguel Riba Blasco
Francisca Salvador Insa
Joaquina Falgás Fort
Gregoria Gil Celma
Rosa Riba Dusern
José Rajadell Segura
Manuel Meseguer Capalbo
Joaquina Pons Gil
Josefa Bernús Valentí
Josefa Vallés Arrufat
Joaquina Bernadó Segura
Sebastiana Ferrás Valencia
Joaquina Mas Arrufat
Rosa Mas Arrufat
Ramón Biset Fort
Rosa Gabaldá Gil
Bautista Llombart Gil
Francisca Piquer Grau
N. Arrufat Aguilar
Joaquina Celma Fontanet
Joaquín Meseguer Secanella
Josefa Pons Antolí
Isabel Urquizú Riba
Vicenta Martí Foz
Susana Prades Rajadell
Antonio Segura Sorolla
Ramona Casalduc Gil
Miguel Carlús Insa
Pascual Martí Querol
Teresa Rajadell Depé
Tecla Boix Roca
Rosa Celma Segura
Francisca Cervera Carceller
Antonia Serrat Celma
Rafaela Barberán Loscos
Rosa Gil Rajadell
Rosa Orona Celma
José Luis Samper Pallarés
Juliana Gaudó Almenara
Manuel Royo Barceló
Josefa Serrat Celma
Pedro Soria Eroles
Bautista Berenguer Montañés
Teresa Celma Celma
N. Fort Falgás
Mariano Serrat Orona
Nicolás Conchillo Micolau
Josefa Celma Gil
Joaquina González Falgás
Lorenzo Rajadell Segura
Joaquina Pons Garay

(Autor: Manuel Siurana Roglán. 9-VIII-2008)

"VALDERROBRES EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA", POR MANUEL SIURANA ROGLÁN

VALDERROBRES EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

Por Manuel Siurana Roglán

Este año se conmemora el Segundo Centenario de la llamada Guerra de la Independencia Española y puede ser una buena ocasión para volver la vista atrás y rememorar qué sabemos a día de hoy de las repercusiones de esta guerra en Valderrobres y cómo era nuestro pueblo por aquellos tiempos.

BREVE INTRODUCCIÓN HISTÓRICA
Napoleón, tras un fulgurante ascenso hacia el poder, fue proclamado emperador de Francia en 1804. Su idea era convertir su país en el hegemónico de Europa y para ello necesitaba que los demás le reconocieran esa primacía. Con ese objetivo llevó a cabo una ingente tarea diplomática y de persuasión militar que permitiera doblegar las dudas que pudieran tener el resto de estados europeos. No lo tuvo difícil con España, donde reinaba Carlos IV, apoyado sobre su lugarteniente Godoy, quienes en el tratado de Fontainebleau (1807) aceptaban el paso de los ejércitos galos por territorio español para conquistar Portugal, que era el principal aliado que conservaban los británicos, enemigos básicos del emperador.
Estando las tropas francesas en territorio español, se produjo el motín de Aranjuez (marzo de 1808) que provocó la marcha del rey y de su valido y la asunción del poder por parte del Príncipe de Asturias, Fernando VII. Este vuelco en la política nacional trastocó los planes de Napoleón, que, aprovechando el despliegue de sus tropas, optó por adueñarse de España, utilizando para ello la mentira para embaucar al nuevo rey y la prepotencia militar para imponer su dominio efectivo sobre nuestra geografía, proclamando a su hermano José Bonaparte rey de los españoles.
La pasividad de nuestros políticos no fue obstáculo para que la ciudadanía de Madrid (el 2 de mayo) y de otros muchos lugares (en Zaragoza el 24 de mayo) se levantara en armas contra el ejército invasor, siendo secundados por insignes militares, como el General Palafox en el territorio aragonés.
De esta manera estalló la guerra y los franceses consiguieron adueñarse de casi todo el territorio español y más concretamente de todo Aragón. Pero el dominio, aunque teóricamente efectivo, no era real, puesto que el pueblo no aceptaba la ingerencia exterior y se organizó una fuerte resistencia manifestada a través de la guerra de guerrillas, la formación de juntas locales y provinciales, la convocatoria de las Cortes en Cádiz y la proclamación de la Primera Constitución de nuestra historia (1812). En ese proceso, según los datos disponibles a día de hoy, Valderrobres no se vio afectado de manera excesivamente violenta como sí que pasó con nuestro vecino Beceite, con Alcañiz o con Zaragoza.
El apoyo de los británicos, el menosprecio de Napoleón al iniciar la campaña de Rusia y la acción armada de los españoles dieron un vuelco a la situación a partir del final de 1812 y durante 1813 y los franceses tuvieron que abandonar España, firmándose el tratado de Valençay que devolvía el trono a Fernando VII.

DATOS SOBRE LA GUERRA EN VALDERROBRES
Como hemos indicado no parece que en Valderrobres se hubieran producido hechos militares relevantes, ni grandes conflictos por la presencia de los franceses, aunque la gente de nuestro pueblo sí que sufrió los efectos de la guerra, de manera directa e indirecta.
De 1808 no existe ninguna noticia que permita notar la presencia de los invasores. Es más, el 31 de mayo todo parecía estar bastante tranquilo, ya que en Valderrobres se celebraron confirmaciones (en aquella época se producían con bastante tiempo de intervalo) con la presencia del obispo auxiliar de Zaragoza, fray Miguel Santander, que más adelante fue obispo de Huesca y gobernador eclesiástico de nuestra diócesis.
En 1809 varios datos inducen a creer que Valderrobres era un lugar seguro, apartado de las zonas de conflicto, puesto que entre los niños bautizados ese año hubo cuatro cuyos padres eran naturales y vecinos de Alcañiz, Valdealgorfa, Valjunquera y Samper de Calanda, respectivamente, que a buen seguro estaban refugiados entre nosotros.
La única noticia de la guerra es la muerte violenta de Sebastián Valencia (16 de mayo), “soldado natural de La Fresneda, de 22 años de edad”.
En 1810 la posición de Valderrobres siguió siendo privilegiada, puesto que entre nuestra población continuaba habiendo refugiados. Así pues cuatro matrimonios naturales y vecinos de Tortosa y uno de Morella tuvieron hijos aquí; además fallecieron una mujer natural y vecina de Gandesa y un niño cuyos padres eran vecinos de Tortosa. Pero durante ese tiempo la tensión debió crecer al máximo, ya que en los campos de nuestro término municipal se produjeron cuatro muertes violentas, que, dado el contexto en el que estábamos, habría que atribuir a la invasión napoleónica:
- El 13 de junio murió “Carlos Larrosa, natural de Calaceite, de 23 años, marido de Joaquina Segura y vecino de Valderrobres;… su muerte fue violenta y en el monte…”
- “El 13 de junio la justicia de esta villa encontró en el monte el cadáver de un hombre adulto que según su aspecto sería de unos 25 años”.
- El 20 de agosto “murió Valero Serrano, natural y vecino de Calaceite, de edad de 25 años y marido de Teresa Serrano… por haber sido su muerte violenta”.
- El 13 de diciembre “murió en el monte de este pueblo Bernardo Valentí soltero natural y vecino del mismo, de edad de 30 años… su muerte fue violenta…”
En 1811 continuaba habiendo refugiados, como lo denotan el nacimiento de un niño cuyos padres eran vecinos de Cherta y de otros tres, cuyos padres eran vecinos de Beceite, posiblemente emigrados aquí a causa del incendio que sufrió su pueblo.
En 1812 la presencia de foráneos queda reducida y sólo sabemos del nacimiento de un niño cuyos padres eran vecinos de Calanda y de la defunción de un vecino de La Senia y de otro de Ademuz.
En 1813 tan solo se cita un bautizado cuyos padres eran vecinos de Morella y una defunción de una muchacha vecina de Tortosa.
A día de hoy, con los datos de que disponemos, parece que la situación de Valderrobres durante estos años fue privilegiada, puesto que la presencia de transeúntes y la escasa incidencia de las muertes violentas serían una prueba de que nuestro pueblo optó por la sumisión a las tropas foráneas. Pero cabe deducir que la capitulación sirvió para evitar daños mayores e irremediables como los que sufrió Beceite, que el día 22 de octubre de 1810, tras ser abandonado por las autoridades, el clero y muchos vecinos, fue quemado totalmente por los franceses, tardando doce años en recuperar todo lo edificado.
De todas formas no pensemos que la poca violencia registrada sea equivalente a la no implicación en el conflicto, puesto que, como es obvio, todo conflicto bélico acaba afectando a unos y a otros por activa o por pasiva, queriendo o sin querer.
Así pues los valderrobrenses tuvieron que hacer frente a las penurias de la guerra y se vieron obligados a aportar parte de sus bienes y de sus beneficios, a la vez que muchos hombres se enrolaron en el ejército y estuvieron presentes tanto en el sitio de Zaragoza, como en otras batallas.
Unos documentos conservados en el archivo parroquial atestiguan que el día 5 de diciembre de 1809 Fernando Roglán, sacristán y abuelo del tatarabuelo de quien suscribe este artículo, fue comisionado por el cura de Valderrobres para que entregara a don Salvador Iñiguez y a don Luis Oreñalde, capitán y teniente respectivamente de la división y línea de Algars del ejército español diversos objetos de oro y plata pertenecientes a nuestra parroquia para ayudar al mantenimiento del erario público. La entrega se realizó en Prat de Compte, actuando como testigos el alcalde de dicha localidad, Domingo Franco, y el notario, José Alcoverro, extendiéndose un recibo de los objetos donados que eran los siguientes: “tres cálices con sus patenas y sus cucharas, una cruz grande, una pequeña, una custodia, un hisopo, dos relicarios, dos vinajeras con su plata y dos paces”.
Menos placentera aún debió ser la entrega de dinero que hubo que efectuar en 1810 a favor de los ejércitos franceses. De nuevo un documento del archivo parroquial advierte que en dicho año el regente de la iglesia, don Francisco Almenara, tuvo que aportar 200 duros para “subvenir a los pedidos que se hicieron para las tropas francesas a los componentes del capítulo eclesiástico en aquel año”. Dichos pedidos los efectuó el Ayuntamiento a toda la gente del pueblo con la promesa, luego no cumplida, de devolverlos.
Los efectos económicos de la guerra también se notaron en los ingresos parroquiales para las “Almas del purgatorio”, dichos ingresos se hacían en metálico y en especie, pues una parte de las personas optaban por donar como limosna trigo, carne de cordero o de cerdo, judías, seda o aceite. El valor de los ingresos en especie se redujo de forma tajante, ya que pasó de una media de 250 sueldos anuales hasta 1808, a algo más de 100 sueldos en 1809 y 1810, a 68 sueldos en 1811 y a nada entre 1812 y 1814, años en los que en el registro de entradas se especifica que “no se ha hecho limosna alguna en estos años de gobierno intruso”.
Sobre la participación directa de hombres de Valderrobres en la guerra hay muy pocos datos concretos, pero algunas informaciones indirectas nos indican que esa participación debió ser muy alta. Así pues en un documento del archivo parroquial se recogen las dispensas matrimoniales que concedió Miguel de Santander, obispo de Huesca y gobernador eclesiástico de Zaragoza por “el notorio difícil recurso que actualmente se experimenta a Su Santidad y falta de comunicación con la Corte de Roma...”. En dicho documento se justificaba la dispensa en 1812 para Benito Caldú y María Bel “... en atención a la falta de varones con motivo de las actuales circunstancias de cortedad del vecindario del expresado pueblo, no podrá hallar persona de la clase y condición con quien casar que no fuese pariente en grado prohibido...”. Lo mismo se repite en 1813 con la licencia para José Antonio Muner y Francisca Caldú, “…por la notoria común escasez de varones hábiles que en las actuales circunstancias se experimenta, no podría encontrar en aquella la sobre dicha Francisca Caldú persona de su igual clase y condición con quien contraer matrimonio que no fuese pariente suyo en grado prohibido”. También existen diversas noticias en las inscripciones de defunción de algunos ancianos, cuyos hijos “están luchando en la guerra contra Francia”.
(Publicado en agosto de 2008)