ARTÍCULOS DE MANUEL SIURANA

En este blog se recogen diversos artículos que han sido publicados por Manuel Siurana.

Wednesday, April 11, 2007

ARTE Y RELIGIÓN, POR MANUEL SIURANA ROGLÁN

Este artículo forma parte del tríptico elaborado con motivo de la exposición itinerante de arte sacro, que se realiza con motivo del VII Centenario.

En la antigüedad casi todas las civilizaciones utilizaron las imágenes como referencia religiosa, desde las Venus del Paleolítico hasta los dioses greco-romanos. En ese entorno politeísta nació el judaísmo, primera gran religión monoteísta que rechazó los iconos como representación de la divinidad, al igual que luego hicieron algunos grupos cristianos y los musulmanes.
La Iglesia cristiana occidental, heredera del judaísmo, con el paso del tiempo admitió el uso de las imágenes, debido a la gran influencia que el mundo romano ejerció sobre ella, comenzando por utilizar algunos símbolos como el pez, la cruz o el crismón; continuando con las figuras simbólicas como el Buen Pastor; siguiendo con la creación directa de imágenes de los personajes divinos y de cristianos ejemplares (santos) y acabando por recrear escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento.
La Iglesia había asumido la gran verdad del aserto moderno “más vale una imagen que mil palabras” y aquello, que en un primer momento había sido motivo de controversia, derivó en una incansable y constantemente renovada representación de los más diversos temas, simbólicos unas veces y explícitos otras. Los templos se llenaron de imágenes y las paredes se vistieron con múltiples elementos iconográficos, que servían de catecismo plástico a los predicadores. Un nuevo impulso se recibió en el siglo XVII con el objetivo de popularizar la religión tras la contrarreforma tridentina. Fue entonces cuando se multiplicó el culto a los santos y a las advocaciones marianas y proliferaron las procesiones, con el claro objetivo de lograr adhesiones a la causa religiosa.
Con el tiempo, todas las esquinas de los pueblos también se llenaron de imágenes cristianas y rara fue la casa que no recogiera en su interior innumerables estatuas, estampas o medallas.
Hoy la religión para la mayoría de los occidentales ha perdido el valor central que tuvo y los templos, los cuadros religiosos y las estatuas sagradas han dejado de tener una carga devocional y son un simple hecho cultural al que se acercan sin un conocimiento previo, ya que también se ha perdido la cultura religiosa, olvidando el protagonismo que el cristianismo ha jugado en la configuración de nuestra cultura.


IMAGINERÍA RELIGIOSA
Las imágenes relacionadas con CRISTO son abundantes y han sido tratadas con la máxima precisión canónica, no sin cierta idealización. Los temas cristológicos han pivotado en cuatro ciclos: el Nacimiento, la vida pública, la Pasión y la Gloria. La estatuaria se ha centrado en tres aspectos básicos: Jesús Niño, la Pasión y Muerte de Cristo y la Salvación-Redención, que han pretendido mostrar la Encarnación del Hijo de Dios y sus aspectos más humanos en la infancia y en la pasión y muerte; para incidir en las connotaciones más divinas en las imágenes del Salvador, Redentor y Sagrado Corazón. El ciclo más tratado ha sido el de la Pasión y Muerte, ya que ofrece los aspectos más dramáticos y teatrales y por lo tanto más conmovedores.
La VIRGEN MARÍA es la protagonista secundaría en múltiples escenas del Nacimiento, Vida Pública y Pasión de Cristo. Pero el arte religioso la ha dotado de su propio ciclo temático que se nutrió en gran medida de los Evangelios Apócrifos y su imaginería con el tiempo ha alcanzado tal riqueza que en ocasiones se hace difícil distinguir las múltiples advocaciones que entorno a ella se han construido. Algunas se refieren a cualidades, como Inmaculada, Misericordiosa, Milagrosa…; otras responden a aspectos de su vida o muerte, como Dolorosa, Asunción… y otras tienen que ver con apariciones o mensajes, como el Carmen, el Pilar, las Nieves o el Rosario.
Los SANTOS no han dejado de nutrir a la iconografía cristiana hasta nuestros días. Pero no todos son iguales tras más de 20 siglos de historia. Distinguiéndose cinco grupos:
- Los del entorno de Cristo: su familia y discípulos. Como sus abuelos (Joaquín y Ana), padre terrenal (José), tía (Isabel), primo (Juan Bautista), apóstoles y gentes que estuvieron en contacto más o menos directo con él como los evangelistas.
- Los que contribuyeron a la construcción de la Iglesia y a la definición de los dogmas, como San Pablo, los padres de la Iglesia (San Gregorio) y algunos papas (San Clemente).
- Los martirizados, como San Esteban (primer mártir de la Iglesia), San Abdón y San Senén, Santa Águeda, Santa Lucía, San Sebastián… Algunos de dudosa historicidad.
- Los santos ejemplares, como San Isidro, San Cristóbal o San Roque… Su única diferencia con el tercer grupo sería que no hubieran alcanzado la palma (símbolo) del martirio.
- Personajes destacados de la Iglesia militante (más modernos) por haber impulsado la creación de órdenes religiosas, por haber extendido la fe, por su vida ejemplar o por haber visto a Cristo o a la Virgen, como Santa Teresa de Jesús, San Francisco Javier, San Ramón, Santa Rita, San Vicente de Paúl…
De todos estos santos, algunos tienen un valor histórico indiscutido, pero otros parecen fruto de la mitología y del voluntarismo de la fe que ha sumado a su vida o muerte detalles imposibles. Aunque las devociones no siempre han reparado en estos aspectos y los santos menos creíbles han sido incluso los más venerados, porque el cristianismo popular se ha adueñado de muchos de ellos y les ha nombrado patrones o protectores de pueblos, barrios, oficios y enfermedades. San Ramón es el patrón de Torre del Compte; San Miguel, de Fuentespalda; San Bartolomé, de Beceite; San Sebastián, de Mazaleón; San Roque, de Valderrobres. San Isidro o San Abdón y San Senén son patrones de los agricultores; San Pancracio, de los comerciantes; San José, de los carpinteros; San Cristóbal, de los conductores; Santa Águeda, de las mujeres; Santa Bárbara, de las tormentas; Santa Lucía, de la vista; San Roque de la peste… Y la devoción popular nunca ha dejado de confiar en ellos incluso por encima de la divinidad de Cristo y del protagonismo de María.

Autor: Manuel Siurana Roglán